Con el Bautismo, Dios da luz de la fe a un mundo que camina en tinieblas, dice Benedicto XVI
Con la fiesta del Bautismo de Jesús, dijo luego el Papa según informa Radio Vaticano, "continúa el ciclo de manifestaciones del Señor, que ha iniciado en Navidad con el nacimiento en Belén del Verbo encarnado, contemplado por María José y los pastores en la humildad del pesebre. Ha tenido también una etapa importante en la Epifanía, cuando el Mesías, a través de los Magos, se ha manifestado a todas las gentes. Hoy Jesús se revela, en las orillas del Jordán, a Juan y al pueblo de Israel".
Tras indicar que ésta es la primera manifestación pública del Señor, el Pontífice indicó que "el suyo es un bautismo de penitencia. Un signo que invita a la conversión, a cambiar vida, porque se acerca Aquel que ‘bautizará en Espíritu santo y fuego’. De hecho, no se puede aspirar a un mundo nuevo quedando inmersos en el egoísmo y en las costumbres arraigadas al pecado".
"También Jesús abandona la casa y las normales ocupaciones para llegar al Jordán. Llega en medio de la multitud, que está escuchando al Bautista y se pone en fila como todos los otros, a la espera de ser bautizado. Juan a penas lo ve intuye que en aquel Hombre hay algo único, que es el misterioso Otro que esperaba y hacia el cual está orientada toda su vida. Comprende que está delante de Alguien más grande que él".
El Santo Padre señaló además que "en el Jordán, Jesús, sin embargo se manifiesta con una extraordinaria humildad, que recuerda la pobreza y la simplicidad del Niño acostado en el pesebre, y anticipa los sentimientos con los cuales, al final de sus días terrenos, llegará a lavar los pies de sus discípulos y sufrirá la humillación terrible de la cruz".
"El Hijo de Dios, Aquel que está sin pecado, se pone entre los pecadores. Muestra la cercanía de Dios al camino de conversión del hombre". Jesús toma sobre sus hombros el peso de la culpa de la entera humanidad, "inicia su misión poniéndose en nuestro lugar, en la perspectiva de la cruz", aseguró Benedicto XVI.
Salido del agua, recogido en oración tras el bautismo, llega el momento esperado por los profetas: "De hecho, el cielo se abrió y descendió sobre Él el Espíritu Santo; se oyeron palabras nunca escuchadas antes: Tú eres mi Hijo, a quien yo quiero, mi predilecto".
"El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo descienden entre los hombres y nos revelan su amor que salva. Si son los ángeles los que anuncian a los pastores el nacimiento del Salvador, y es la estrella la que advierte a los Magos venidos de Oriente, ahora es la voz misma del Padre la que indica a los hombres la presencia en el mundo su Hijo y el que invita a mirar a la resurrección, a la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte", dijo el Papa
martes, 12 de enero de 2010
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