martes, 12 de enero de 2010

UN MUNDO QUE CAMINA EN TINIEBLAS

Con el Bautismo, Dios da luz de la fe a un mundo que camina en tinieblas, dice Benedicto XVI
Con la fiesta del Bautismo de Jesús, dijo luego el Papa según informa Radio Vaticano, "continúa el ciclo de manifestaciones del Señor, que ha iniciado en Navidad con el nacimiento en Belén del Verbo encarnado, contemplado por María José y los pastores en la humildad del pesebre. Ha tenido también una etapa importante en la Epifanía, cuando el Mesías, a través de los Magos, se ha manifestado a todas las gentes. Hoy Jesús se revela, en las orillas del Jordán, a Juan y al pueblo de Israel".
Tras indicar que ésta es la primera manifestación pública del Señor, el Pontífice indicó que "el suyo es un bautismo de penitencia. Un signo que invita a la conversión, a cambiar vida, porque se acerca Aquel que ‘bautizará en Espíritu santo y fuego’. De hecho, no se puede aspirar a un mundo nuevo quedando inmersos en el egoísmo y en las costumbres arraigadas al pecado".
"También Jesús abandona la casa y las normales ocupaciones para llegar al Jordán. Llega en medio de la multitud, que está escuchando al Bautista y se pone en fila como todos los otros, a la espera de ser bautizado. Juan a penas lo ve intuye que en aquel Hombre hay algo único, que es el misterioso Otro que esperaba y hacia el cual está orientada toda su vida. Comprende que está delante de Alguien más grande que él".
El Santo Padre señaló además que "en el Jordán, Jesús, sin embargo se manifiesta con una extraordinaria humildad, que recuerda la pobreza y la simplicidad del Niño acostado en el pesebre, y anticipa los sentimientos con los cuales, al final de sus días terrenos, llegará a lavar los pies de sus discípulos y sufrirá la humillación terrible de la cruz".
"El Hijo de Dios, Aquel que está sin pecado, se pone entre los pecadores. Muestra la cercanía de Dios al camino de conversión del hombre". Jesús toma sobre sus hombros el peso de la culpa de la entera humanidad, "inicia su misión poniéndose en nuestro lugar, en la perspectiva de la cruz", aseguró Benedicto XVI.
Salido del agua, recogido en oración tras el bautismo, llega el momento esperado por los profetas: "De hecho, el cielo se abrió y descendió sobre Él el Espíritu Santo; se oyeron palabras nunca escuchadas antes: Tú eres mi Hijo, a quien yo quiero, mi predilecto".
"El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo descienden entre los hombres y nos revelan su amor que salva. Si son los ángeles los que anuncian a los pastores el nacimiento del Salvador, y es la estrella la que advierte a los Magos venidos de Oriente, ahora es la voz misma del Padre la que indica a los hombres la presencia en el mundo su Hijo y el que invita a mirar a la resurrección, a la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte", dijo el Papa

martes, 5 de enero de 2010

FELICES PASCUAS

REGALO DE REYES

Carta del Rey Melchor a los padres
Hemos recibido miles de cartas pidiéndonos todo tipo de juguetes y cacharros. Permitidnos que os recordemos los regalos que realmente necesitan vuestros hijos.
Autor: Javier López | Fuente: webcatolicodejavier.org


Queridos padres:

Baltasar, Gaspar y yo flipamos con vosotros. Hemos recibido miles de cartas pidiéndonos todo tipo de juguetes y cacharros. Estáis atiborrando a los niños de cosas superfluas, de regalos inútiles que dejarán abandonados en cualquier rincón en cuanto se pase el primer calentón de la novedad. Permitidnos que os recordemos los regalos que realmente necesitan vuestros hijos.

En primer lugar, lo que más necesitan los niños es amor. Debéis achucharlos, besarlos, abrazarlos, acariciarlos. Y todo ello sin medida. Sin amor, los niños no pueden crecer ni madurar. Pero cuidado; no confundáis amor con sensiblería barata, amar no significa consentirlo todo, cumplir todos los caprichos o dejarse chantajear por sus pataletas. Eso sería malcriarlos.

Amar significa también establecer límites, enseñarles a distinguir lo que está bien y lo que no, lo que se puede y debe hacer en cada momento y lo que no se puede consentir. Amar también es castigar cuando es preciso.
Y esto enlaza con la segunda necesidad básica de todo niño: educación. Ésa es la mejor herencia que podéis dejarles. Hay que enseñarles a comportarse en cada circunstancia. Tenéis que decirles cómo deben comer, cómo usar los cubiertos, cómo vestir o cómo hablar en cada ocasión.

Y, sobre todo, debéis enseñarles a respetar a los demás, y eso implica que aprendan a cuidar el trato con los adultos y, especialmente, con sus profesores. A ver si desterramos de una vez esa falsa idea de que todos somos iguales. Todos somos iguales ante la ley y poco más.

No es lo mismo tratar con el Rey o con un obispo, que con un amigo de juegos, y eso hay que enseñárselo a los niños de pequeños; igual que deben aprender que la porquería no se tira al suelo o que no se debe escupir ni blasfemar.

Debéis enseñarles las normas de urbanidad y buena educación en casa. Vuestra responsabilidad no la podéis delegar en nadie. Y para educarlos correctamente se empieza predicando con el ejemplo: vosotros, los padres, sois el ejemplo que seguirán vuestros hijos. No lo olvidéis.

Debéis enseñarles también que su futuro depende de ellos mismos y de su esfuerzo, y que los sueños sólo se consiguen mediante sacrificio, porque las cosas importantes de la vida nadie se las va a regalar.

Por eso tenéis el deber de educar su voluntad para que sepan cuáles son sus obligaciones y las cumplan en cada momento. Debéis inculcarles que en la vida hay que hacer cosas que muchas veces no nos apetecen ni nos gustan, pero que son necesarias.

Lo bueno no siempre es lo que me gusta, y lo bueno (estudiar, por ejemplo) hay que hacerlo aunque suponga un esfuerzo. Por supuesto, también tenéis que recompensarles por el trabajo bien hecho, y para ello no siempre es necesario vaciar la cartera. A veces una felicitación cariñosa, un abrazo o un “estoy muy orgulloso de ti” vale más que todo el oro del mundo.

¿Queréis que sean buenos estudiantes y que disfruten leyendo? Pues ponedles un libro en la mano desde que son bebés. Estimuladlos. Primero serán libros de dibujos y fotos con palabras; libros de cartón duro que puedan manipular sin romperlos. Luego llegará el momento de los cuentos y más tarde de las novelas.

Pocas cosas unen más a un hijo con su padre que la lectura compartida de un libro. Primero los padres les leemos, luego llegará el momento de que lea un rato papá y otro el niño. Al final, el niño leerá solo y además disfrutará haciéndolo.

Mi hijo y yo disfrutamos leyendo los primeros libros; ahora ya los lee él (los Reyes Magos no estamos solteros y también tenemos hijos, ¿qué os creíais?).

Por último, lo mejor que podéis regalar a vuestros hijos es vuestro tiempo y vuestras personas. Debéis ayudarlos a hacer sus deberes. ¿Para qué os vale dedicar tanto tiempo al trabajo si os perdéis lo más importante: la infancia de vuestros pequeños?

Los niños os necesitan a su lado. Necesitan que los acostéis con un cuento y un beso, y los despertéis con un abrazo. Que les digáis a diario lo mucho que los queréis, que respetéis sus horarios, que juguéis con ellos; que os inventéis historias, que os disfracéis de ogros y les hagáis cosquillas, que os los comáis a besos.

Bueno, ya me he pasado; pero, por favor, recordadlo siempre: amad a vuestros hijos, educadlos y regaladles vuestro tiempo. Ellos os lo agradecerán algún día. Y si no, ¿qué importa?

A fin de cuentas, habréis cumplido con vuestra obligación de padres, que es una de las cosas más importantes y bonitas que puede hacer alguien en este mundo. Y eso llenará vuestra vida de felicidad y de sentido.

Atentamente, Melchor, rey.

lunes, 21 de diciembre de 2009

jueves, 24 de septiembre de 2009

lunes, 21 de septiembre de 2009

domingo, 6 de septiembre de 2009

EL DESIERTO DEL CORAZÓN HUMANO

Al presidir esta mañana la Eucaristía en la llamada "Ciudad de los Papas", la localidad italiana de Viterbo en la visita pastoral que realiza, el Papa Benedicto XVI alentó a los fieles a evangelizar el "desierto" del corazón humano porque solo Cristo es capaz de transformarlo para vencer la dureza generada por "la indiferencia y el egoísmo".
Ante miles de fieles reunidos en la explanada del Valle Faul, el Santo Padre explicó que en la primera lectura de este domingo, el profeta Isaías alienta a los "pobres de corazón" y anuncia que con el Señor, "todo renace y todo revive porque sus aguas beneficiosas irrigan el desierto".
"El ‘desierto’, en su lenguaje simbólico, puede evocar los eventos dramáticos, las situaciones difíciles y la soledad que no raramente marca la vida, el desierto más profundo es el corazón humano, cuando pierde la capacidad de escuchar, de hablar, de comunicarse con Dios y con los otros. Se hace uno ciego porque es incapaz de ver la realidad, se cierran los oídos para no escuchar el grito de quien implora ayuda, se endurece el corazón en la indiferencia y el egoísmo".
Pero ahora, dice Isaías, "todo está destinado a cambiar, esta ‘tierra árida’ de un corazón cerrado será irrigada por una nueva linfa divina. Y cuando el Señor viene, a los pobres de corazón de toda época les dice con autoridad: ‘¡Ánimo, no teman!", prosiguió el Papa.
Refiriéndose luego al pasaje del Evangelio de San Marcos en el que Jesús cura a un sordomudo, el Santo Padre afirmó que "podemos ver en este ‘signo’ el deseo ardiente de Jesús de vencer en el hombre la soledad y la incomunicabilidad creadas por el egoísmo, para dar paso a una nueva ‘humanidad’, la humanidad de la escucha y de la palabra, del diálogo, de la comunicación y de la comunión con Dios".
"Una humanidad ‘buena’ –explicó el Papa– como buena es toda la creación de Dios, una humanidad sin discriminaciones, sin exclusiones para que el mundo sea verdaderamente y para todos campo de genuina fraternidad, en la apertura del amor por el Padre común que nos ha creado y nos ha hecho sus hijos e hijas".
El Pontífice oró también para que "¡Cristo, que en el Evangelio vemos abrir los oídos y desatar el nudo de la lengua del sordomudo, desbloquee tu corazón y te dé siempre la alegría de la escucha de su Palabra, el coraje del anuncio de su Evangelio, la capacidad de hablar con Dios y hablar así con tus hermanos y hermanas, y finalmente el coraje del descubrimiento de su Rostro y su belleza!"